
La fe es creer en Dios, creer que todo lo que acontece en esta vida terrenal obra para el bien de nuestra alma, siempre que vivamos de acuerdo con sus mandatos y su ley.
La fe es una fuerza espiritual, fuente de toda bendición, que se alimenta con la oración y la práctica diaria, como una disposición constante del corazón para hacer el bien.
Por eso, haz el bien sin mirar a quién, y reconoce en todo el poder de Dios.
Acepta su voluntad y elige siempre el camino de la vida.
La Fuerza Invisible de la Fe
El Rabí Yeshua dijo a sus discípulos: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.”
(Lucas 17,6)
En estas palabras, el Maestro no habla de la cantidad de fe, sino de su pureza. La Cábala enseña que la fe —emuná— no es una creencia ciega, sino una conexión viva con la Luz divina que sostiene el universo. Es la certeza interior de que toda situación, incluso la más amarga, contiene una chispa del bien que Dios sembró en ella.
Cuando el alma comprende esto, deja de resistirse al proceso. Acepta que cada desafío es una lección para elevar su nivel espiritual. Así, la fe se convierte en una fuerza activa, una corriente invisible que transforma lo imposible en posible, porque al confiar plenamente en Dios, el alma se alinea con su Voluntad y Su energía fluye sin obstáculo.
El justo no vive esperando milagros externos; él se transforma en canal del milagro. Y eso ocurre cuando su fe se traduce en actos: orar, perdonar, servir y hacer el bien sin esperar recompensa. Es entonces cuando la emuná desciende del plano del pensamiento al plano de la acción, y el universo entero responde.
Jesús nos muestra que la fe auténtica no nace del temor, sino del amor. Quien ama a Dios acepta su voluntad con serenidad, sabiendo que incluso las pruebas son herramientas de purificación del alma. Así, cada acto de bondad y cada oración sincera son raíces que se afirman en el suelo del espíritu y atraen la lluvia de bendiciones.
Por eso, la fe no es un sentimiento: es un modo de vivir. Es caminar confiado aunque el camino se oscurezca, porque dentro del alma brilla una llama que sabe que todo procede del Bien Supremo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,1-6):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «Lo siento», lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar.» Y os obedecería.»
Palabra del Señor.