No te dejes confundir

 

No te dejes confundir por las opiniones de otros.
Tú, permanece fiel a las enseñanzas de Jesús y vive en amor.

Cuida tu alma recordando que lo verdaderamente importante es la vida eterna.
Medita en la palabra de Dios.

Actúa con sabiduría, haciendo cada cosa como la haría Jesús.

Deja que tu alma te hable y pide a Jesús la humildad de corazón.
Reconoce cuánto necesitas de Dios.

No Te Dejes Confundir por el Ruido del Mundo

Hay momentos en los que el alma es llamada a despertar, pero la mente —agitada por voces externas— duda, vacila, se dispersa. En la sabiduría de la cábala, este extravío se conoce como bilbul, la confusión que nubla la luz interior y nos desconecta de nuestra raíz divina.

Cada persona carga dentro de sí una “generación”, un linaje espiritual que se renueva en cada vida, una secuencia de conciencia que debe madurar y elevarse. No se trata solo de una época histórica, sino de la generación íntima que eres tú: tu tiempo, tus decisiones, tu punto en la línea eterna del alma.

Cuando esa generación interior no quiere escuchar, juzga todo con superficialidad. Rechaza la melodía del espíritu porque se aferra a las interpretaciones ajenas. Pero la cábala enseña que la verdadera comprensión no nace del ruido externo, sino del daat, la conciencia profunda que une mente y corazón.

No te dejes confundir por quienes miran sin ver y hablan sin comprender. La voz del mundo cambia, pero la voz del alma permanece.

Afina tu oído interior.
Discierne con sabiduría.
Permanece en la senda del amor, donde Jesús revela el movimiento secreto de la luz.

Cuando te ancles en tu conciencia verdadera —tu generación interior— nada podrá apartarte del propósito que Dios sembró en ti desde antes de nacer.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor.

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