En el Evangelio según Juan (12,44-50), Jesús nos brinda una guía clara para encontrar la luz en medio de la oscuridad. Nos invita a creer en él, a dejar que su presencia ilumine nuestro camino de regreso a la casa de Dios. En estas palabras encontramos un llamado profundo a la fe, pero también una invitación a vivir de acuerdo con sus enseñanzas.
Cargar la cruz, como nos enseña Jesús, va más allá de simplemente soportar nuestras cargas terrenales. Es aceptar con amor cada prueba que se nos presenta en nuestro camino. Es comprender que cada desafío, cada obstáculo, es una oportunidad para crecer espiritualmente y acercarnos más a Dios.
En la vida espiritual encontramos un principio fundamental: todo proviene de Dios. Esta creencia nos enseña a aceptar con gratitud tanto los momentos de alegría como los de sufrimiento, sabiendo que todo tiene un propósito divino. Al igual que cargar la cruz, aceptar las pruebas con amor nos lleva a una purificación del alma, preparándonos para nuestro retorno a la casa de Dios.
Dejemos que Jesús habite en nosotros, permitiendo que su luz ilumine nuestras vidas y transforme nuestros corazones. Vivamos conscientemente, haciendo la voluntad de Dios en cada momento. Sigamos el ejemplo de Jesús, convirtiéndonos en fuentes de luz en un mundo lleno de oscuridad.
Recordemos siempre que, aunque el camino pueda ser difícil, todo es para nuestro bien. Cargar nuestra cruz con amor nos lleva más cerca de Dios y nos prepara para el glorioso reencuentro en su presencia. Así que, en medio de las pruebas y tribulaciones, mantengamos viva nuestra fe, confiando en que la luz de Jesús nos guiará a través de la oscuridad hacia la eterna morada en la casa de Dios.