En el Evangelio según Lucas (19,1-10), encontramos estas poderosas palabras de Jesús: «Hoy es necesario que me quede en tu casa». A primera vista, estas simples palabras dirigidas a Zaqueo nos revelan la naturaleza amorosa y acogedora de nuestro Salvador. Pero, ¿qué significado tienen para cada uno de nosotros, lectores de estas líneas?

Si estás leyendo este post, permíteme sugerirte que este encuentro no es casualidad. Más bien, es una invitación, una llamada personal de Jesús para que lo recibas en tu corazón. En este momento, estas palabras resuenan en tu vida, no como un mero relato bíblico, sino como un recordatorio de que Jesús está llamando a tu puerta.

La lectura de hoy nos insta a reflexionar sobre nuestra vida y a considerar la posibilidad de vivir de acuerdo con la palabra de Dios. Jesús vino al mundo para enseñarnos que todos tenemos acceso a Dios, sin importar si nos consideramos justos o pecadores. No somos quienes para juzgar y cerrar las puertas de la misericordia divina.

La voluntad de Dios es clara: quiere que cada hombre y mujer regrese a Él, su Creador. No importa cuál haya sido nuestro pasado, nuestras acciones o decisiones erróneas; Dios nos espera con los brazos abiertos cuando decidimos regresar a su camino.

Recordemos la historia de Zaqueo, quien al ser llamado por Jesús comprendió con alegría que había venido al mundo a compartir. En su encuentro con el Salvador, recibió la buena noticia de su salvación. De manera similar, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de experimentar la misericordia y el perdón de Dios cuando nos arrepentimos de corazón y hacemos un acto de reparación.

Así como Zaqueo, podemos entender que Jesús nos invita a compartir en su gracia y a recibir la buena noticia de nuestra salvación. Hoy, la invitación resuena en nuestras vidas: «Hoy es necesario que me quede en tu casa». Abramos las puertas de nuestro corazón, hagamos una reflexión sincera sobre nuestra vida y caminemos hacia la voluntad de Dios con confianza, sabiendo que Él siempre nos recibe con amor y misericordia.

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