Jesús nos revela que solo una cosa es necesaria en esta vida, que es la salvación del alma, salvación a la que podemos llegar gracias a sus enseñanzas y amor, mientras hacemos la voluntad de Dios viviendo rendidos a los pies de Jesucristo nuestro Señor, que nos ha dicho a través de su palabra cómo ganar la vida eterna, y para facilidad nuestra, nos lo ha resumido en dos mandamientos:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Si tus actos dañan o perjudican a otros, no estás viviendo en amor. Recuerda que eres responsable de tus actos por pensamiento, palabra, obra y omisión. No seas hipócrita, porque Dios todo lo ve.
Lo único necesario: habitar en la Presencia
Jesús visita la casa de Marta y María, y mientras Marta se preocupa por servir, María se sienta a los pies del Maestro, escuchando su palabra. Jesús, con ternura y firmeza, le dice a Marta: «María ha elegido la mejor parte, y no le será quitada.»
Este pasaje, aparentemente sencillo, encierra una de las enseñanzas más profundas del Evangelio y tiene una resonancia directa con la sabiduría de la cábala: el verdadero servicio a Dios nace de la conexión con Su Presencia.
Marta representa el mundo de la acción, el plano de Asiyá, donde las tareas, el deber y la preocupación por lo exterior ocupan el alma. María, en cambio, se ubica en el mundo de Beriyá, donde la conciencia se eleva al entendimiento, y el alma se dedica a recibir la luz divina, sin distracción.
En la cábala se enseña que el alma humana tiene diferentes niveles —Néfesh, Ruaj, Neshamá—, y solo cuando nos detenemos, silenciamos el ruido exterior y nos sentamos a los pies del Santo, como María lo hizo, podemos acceder al nivel más alto del alma: aquel que reconoce el propósito eterno.
Jesús no está desvalorizando el trabajo de Marta, pero sí nos está revelando una jerarquía espiritual: servir está bien, pero habitar en la Presencia es lo esencial. En hebreo, la palabra para “morada” es shejiná, que también se refiere a la manifestación de la presencia de Dios. María eligió la shejiná, eligió habitar en el secreto del Altísimo, y eso no se le puede quitar.
Esta historia nos recuerda que la vida espiritual no se trata de hacer mucho, sino de ser en Dios. De escuchar. De detenernos. Porque desde esa quietud nace la verdadera acción, la que está guiada por la sabiduría divina.
Cuando eliges sentarte a los pies de Jesús, como María, estás eligiendo la “mejor parte”: esa conexión íntima con lo eterno, donde el alma se ilumina con la luz de la sabiduría, y la vida encuentra su verdadero sentido.
Evangelio que inspiró este mensaje
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Palabra del Señor.