Cuando tienes fe, eres bienaventurado, porque sobre ti permanece la gracia de Dios, guiándote en el camino que eliges.
Vive con alegría y gratitud por todo lo que te toca experimentar, pues cada vivencia forma parte del perfeccionamiento y la purificación de tu alma.
Recuerda que la meta es la vida eterna y que lo de este mundo es pasajero. Mantén presente que lo que sientes construye tu realidad, así que elige alimentar sentimientos buenos y llenos de luz.
Las Bienaventuranzas y el Camino del Alma según la Cábala
Cuando Jesús proclama: «Bienaventurados los pobres, los que lloran, los hambrientos y los perseguidos», nos invita a mirar más allá de las apariencias. Desde la cábala, el sufrimiento no es un castigo, sino una oportunidad para elevar el alma. El Zohar enseña que el mundo físico es solo un reflejo del mundo espiritual: la materia es un velo, y las dificultades son puertas que nos conducen hacia una luz más grande.
Los pobres de espíritu y los que lloran caminan por un sendero que los acerca al Reino, porque sus corazones están abiertos a recibir. No confían en las ilusiones pasajeras, sino en la gracia de Dios que los transforma. Quienes tienen hambre —no solo de pan, sino de justicia y verdad— son los que anhelan la plenitud divina. Su vacío es el espacio donde la luz de lo Alto puede descender.
Por el contrario, los que ríen con soberbia, los saciados de su propio ego y los que se aferran a las riquezas, permanecen atrapados en el “juego de la vida”, girando en un ciclo que el Zohar describe como las capas externas de la existencia. Disfrutan de lo momentáneo, pero corren el riesgo de olvidar el propósito eterno de su alma.
La cábala nos recuerda que todo en este mundo es temporal, diseñado para despertar en nosotros el deseo de unirnos a la fuente de la Luz. Las bienaventuranzas son, entonces, un mapa espiritual: nos muestran que el sufrimiento, cuando es abrazado con fe y humildad, purifica y eleva. Mientras tanto, los placeres sin conciencia pueden adormecer el alma.
Vivir con alegría y gratitud, incluso en medio de la prueba, es abrir los canales de la bendición. Cada lágrima, cada anhelo y cada vacío puede convertirse en un puente hacia la eternidad. Así, el camino del Reino no es el de las apariencias externas, sino el de un corazón dispuesto a ser moldeado por la Luz infinita.
«Bienaventurados los que confían en Dios, porque su recompensa será eterna.»
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor
Gloria a ti señor Jesús 🙏