Vivir una vida en plenitud es un anhelo compartido por muchas personas en todo el mundo. En ocasiones, ese camino hacia la plenitud puede parecer confuso y difícil de encontrar. Sin embargo, el pasaje del evangelio de Lucas (10,13-16) nos ofrece una valiosa reflexión sobre la guía de Jesús y la importancia del amor en nuestras vidas.

Jesús, en su mensaje, nos advierte sobre las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún. Aunque en estas localidades se realizaron milagros y prodigios, la respuesta de la gente no fue la esperada. A pesar de ser testigos de los signos divinos, no se convirtieron ni cambiaron su camino. Este pasaje nos recuerda que tener evidencia de la existencia de Dios y su amor no garantiza la conversión o la cercanía con Él.

Es importante entender que una vida sin Dios puede llevar a la desesperanza y al pecado. El pecado puede manifestarse de muchas formas en nuestras vidas: acciones egoístas, falta de compasión, mentiras, envidia y mucho más. Sin embargo, seguir a Jesús implica tomar una decisión consciente de abandonar el pecado y buscar una vida en línea con sus enseñanzas.

Dejar el pecado atrás no es un proceso sencillo, pero es fundamental para vivir en plenitud. Requiere esfuerzo y determinación para resistir las tentaciones y errores del pasado. Es un compromiso constante de hacer lo correcto y de buscar el amor y la gracia de Dios en nuestra vida diaria.

Ser mensajero del amor, como nos insta Jesús en este pasaje, implica vivir de acuerdo con el proyecto de amor que él nos enseñó. Significa ser un testimonio vivo de sus enseñanzas, mostrando amor, compasión y bondad hacia los demás. Al vivir de esta manera, compartimos el amor de Jesús con el mundo y contribuimos a hacer de este mundo un lugar mejor.

En resumen, Jesús nos guía por el camino de la vida, revelándonos que en el Reino de Dios se vive en amor. Una vida sin Dios puede llevar a la desesperanza y al pecado, pero seguir a Jesús implica dejar el pecado conscientemente y esforzarse por vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Ser un mensajero del amor es ser un testimonio vivo de su amor y gracia en el mundo. Encontrar la plenitud en la vida significa seguir este camino de amor y dedicación a Dios.

En última instancia, es esencial recordar que desconectados del corazón de Jesús, no es posible alcanzar la plenitud en la vida. Él es la fuente de amor, esperanza y gracia que nos guía en nuestro camino. Para vivir en amor y seguir el proyecto de Jesús, debemos esforzarnos conscientemente, día a día, en tomar decisiones que reflejen sus enseñanzas y valores. En este viaje, no estamos solos; podemos pedir la gracia de Jesús para fortalecernos y guiarnos en cada paso. Con su amor como nuestra brújula y su gracia como nuestro apoyo constante, podemos vivir una vida en plenitud, compartiendo el mensaje de amor con el mundo y construyendo un futuro lleno de esperanza y compasión.

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