Vivir con fe es aceptar que todo pertenece a Dios, quien nos confía en esta vida terrenal bienes y riquezas con el propósito de servirle en nuestro caminar.
Por eso Jesús nos dice: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas», revelándonos que la única justificación por la que recibimos el dinero es la gracia de Dios.

La Verdadera Riqueza: Vivir con Fe y Desprendimiento
Jesús nos revela un secreto oculto en las profundidades del alma humana: la relación entre la fe, la riqueza y el propósito divino de los bienes que poseemos. Todo lo que tenemos proviene de Dios, y nada nos pertenece realmente; somos solo administradores de una herencia que nos ha sido confiada para servir al bien.
El Maestro nos dice: «Ganen amigos con el dinero injusto». En esta frase se esconde una enseñanza luminosa: las riquezas terrenales, siendo efímeras, pueden convertirse en instrumentos de eternidad si son utilizadas para el amor, la misericordia y la reparación del mundo. Lo material no es enemigo del espíritu, sino su vehículo; el dinero, cuando se purifica por la intención justa, redime las chispas de luz divina (nitzotzot) ocultas en la materia.
La verdadera elección no está entre tener o no tener, sino entre amar a Dios o amar el reflejo. Porque quien ama el reflejo se pierde en la ilusión de la abundancia; pero quien ama la Fuente descubre que incluso en la escasez hay plenitud. La fe es esa mirada que ve a Dios detrás de todo, incluso detrás del oro.
El desprendimiento no es pobreza, sino libertad. Es el acto de un alma que ya no se aferra a lo perecedero porque ha probado la dulzura de lo eterno. En la Cábala, este camino se llama tikún, la reparación: cada vez que soltamos un apego, una chispa de luz regresa a su origen.
Vivir con fe y desprendimiento no es renunciar a las bendiciones, sino elevarlas. Es entender que toda riqueza —espiritual o material— tiene un propósito divino. Cuando la utilizamos con conciencia, transformamos lo temporal en eterno, lo terrenal en sagrado.
Así, el Evangelio nos invita a construir un tesoro que no se corrompe: el tesoro del corazón alineado con la Voluntad divina. Porque el alma que aprende a dar sin miedo y a poseer sin apego, entra ya en las moradas eternas donde la verdadera riqueza no se cuenta en monedas, sino en Luz.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,9-15):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.»
Gracias por compartir, me ha Sido útil su reflexión en lo personal.