
Comienza a tener una vida espiritual para que así puedas regresar al Padre mientras caminas en este mundo, superando las pruebas que nuestra alma debe pasar para su perfección.
Piensa siempre con amor.
El fuego que purifica el alma
Jesús nos dice: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya estuviera ardiendo!”. Ese fuego no es destrucción, sino la llama divina que despierta y purifica el alma.
La cábala nos enseña que la luz de Dios desciende en forma de chispa espiritual en cada uno de nosotros. Esa chispa necesita ser encendida por medio de la fe, el amor y la corrección interior. El fuego de Jesús es la fuerza que separa lo falso de lo verdadero, lo superficial de lo eterno.
Por eso habla de división: porque cuando la luz llega, revela lo oculto, y obliga al alma a elegir. La familia, los afectos, las costumbres, todo puede ser probado por ese fuego. No para destruir, sino para transformar.
El verdadero discípulo de Cristo acepta la llama interior que purifica, aunque duela, porque sabe que de esa manera el alma se acerca a su perfección y al plan divino.
Reflexión: ¿Dejas que el fuego del amor de Dios arda en tu interior, aun cuando te incomode o te confronte?