Abre tu corazón y con amor conviértete en fuente de esperanza para los demás, sembrando la confianza y la certeza que las almas necesitan para llegar a la vida eterna.
Proclama la omnipotencia de Dios, nuestro Padre Celestial que esta en los cielos, y que todo lo puede.
Recuerda que lo que das es lo que recibes, por lo tanto así recibirás tú la vida eterna y una buena vida en este caminar terrenal.
Se fuente de esperanza con tu ejemplo de vida.
Y ante todo:
Que prime la Fe para que renazca la esperanza y viva el amor.
—
Reflexión breve: “Sé portador de esperanza”
- Testigo de la luz: Igual que Juan, estamos llamados a reflejar la luz de Cristo en nuestras acciones y palabras.
- Humildad y sencillez: Juan no quiso robar el centro de atención; su misión fue dirigir las miradas hacia Jesús.
- Invitación: Hoy, cada uno de nosotros puede transmitir un rayo de esperanza a los demás, no con grandes discursos, sino con gestos sinceros de amor y servicio.
¿Estás listo para ser mensajero de la luz en tu entorno?
Hoy, haz un alto para preguntarte:
- ¿De qué manera puedo convertirme en testigo de la luz en mi entorno?
- ¿Estoy compartiendo esperanza con quienes me rodean, o me quedo en mis propias preocupaciones?
Recuerda: no se trata de ser el centro, sino de reflejar la presencia de Cristo, Aquel que viene y vive en medio de nosotros. Sé fuente de esperanza para los demás, y permite que la gracia de Dios fluya a través de ti.
Leer mas
Continua este viaje espiritual como suscriptor.
—
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,6-8.19-28):
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor.